Tras ver este documental, la verdad es que se me ha quedado un poco de mal cuerpo. Me ha encantado la idea de crear un centro donde puedan acudir todos los estudiantes a los que se considera parte del fracaso escolar para que puedan tener la atención que necesitan y merecen. Un centro donde se les dé una segunda oportunidad para desarrollar sus capacidades y convertirse en aquello que quieren ser. Y me da rabia que no haya centros que también den una tercera oportunidad, y una cuarta y una quinta; que no somos los Piratas del Caribe, que el que se queda atrás se deja atrás. Aquí somos todos personas, y si promovemos tanto la necesidad de igualdad entre todos, no ceberíamos dejar a un grupo de chavales fuera del sistema solo porque necesitan ayuda y no tenemos tiempo de dársela.
Me han gustado mucho las reflexiones que hacían los especialistas en el documental sobre cómo educar a estos chicos dejando a un lado los contenidos que se exigen en el manual del profesor, para centrarse en las personas. Porque al final, sí, está muy bien que el niño salga del instituto sabiéndose la lista de los reyes que han reinado en España; pero lo que importa de verdad, es que salga siendo una buena persona. Lo que debería preocuparnos, más allá de las competencias requeridas por el ministerio, es que hayamos educado a una persona que sea capaz de ser autónoma y servirse de sus estudios en el futuro.
Y la forma de conseguir esto no es otra que entendiendo que no estamos dando clase a robots, sino a personas. No son adolescentes que van ahí, escuchan, llegan a casa, duermen y vuelven a ir al día siguiente. Es gente que vive en un entorno más o menos distinto al nuestro que les afecta en su vida estudiantil para bien o para mal. Por eso, dedicar más tiempo a las tutorías y a escuchar lo que los alumnos quieran decirnos, me parece esencial si queremos tener éxito. Especialmente, si prestamos atención a estos alumnos desmotivados antes de que entren en un círculo de depresión y baja autoestima que se suele traducir en comportamientos agresivos.
Sin embargo, me gustaría aclarar que conseguir volver a motivar a un alumno de estas características me parece muy difícil. Es necesario que los docentes reciban una educación específica para este tipo de casos para saber cómo actuar, porque creo que puede resultar muy frustrante ver como uno de tus alumnos decide mandarlo todo a tomar vientos sin que tú puedas hacer nada.
Y la forma de conseguir esto no es otra que entendiendo que no estamos dando clase a robots, sino a personas. No son adolescentes que van ahí, escuchan, llegan a casa, duermen y vuelven a ir al día siguiente. Es gente que vive en un entorno más o menos distinto al nuestro que les afecta en su vida estudiantil para bien o para mal. Por eso, dedicar más tiempo a las tutorías y a escuchar lo que los alumnos quieran decirnos, me parece esencial si queremos tener éxito. Especialmente, si prestamos atención a estos alumnos desmotivados antes de que entren en un círculo de depresión y baja autoestima que se suele traducir en comportamientos agresivos.
Sin embargo, me gustaría aclarar que conseguir volver a motivar a un alumno de estas características me parece muy difícil. Es necesario que los docentes reciban una educación específica para este tipo de casos para saber cómo actuar, porque creo que puede resultar muy frustrante ver como uno de tus alumnos decide mandarlo todo a tomar vientos sin que tú puedas hacer nada.
Me gusta mucho tu reflexión y tus valoraciones sobre el vídeo pulso al fracaso.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Ainhoa! Me alegro de que compartamos la misma visión sobre este tema :)
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