¿Algún voluntario?

¿Cómo aumentamos la participación de nuestros alumnos en clase? Esta es la pregunta que se hacen muchos profesores en las aulas. Nuestro objetivo como docentes es que los alumnos estén los sufcientemente motivados como para participar en las actividades propuestas. Pero no queremos que solo participe el mismo grupo de alumnos una y otra vez, sino que queremos que todos los estudiantes de la clase se sientan implicados.


Para ello, creo que la mejor opción es llevar a cabo actividades cooperativas dividiendo a los alumnos en grpos. Quizás nos encontremos con que dentro de los grupos hay un líder que es siempre el que está dispuesto a hablar y algún alumno que no parece participar de ninguna forma. Para solucionar estas desigualdades, hay que conocer a nuestros alumnos y agruparlos en consecuencia. Si sabemos qué alumnos son los más participativos y cuáles son los que nunca parecen atender en las actividades, tendremos que juntarlos de forma que los participativos ayuden a que el resto también se sientan implicados.

Sin embargo, la participación escolar va más allá de los alumnos dentro de las aulas. También tienen que sentirse implicados fuera de ellas. Esto se consigue mediante la elección de delegados que formen parte del consejo escolar y que puedan participar con mayor o menor peso en el centro. Este tipo de organizaciones pueden hacer que los alumnos se sientan más motivados, ya que les puede hacer ver que son parte del centro educativo, y que con sus ideas pueden ayudar a mejorarlo.

Teniendo en cuenta la importancia que tienen los alumnos, no podemos dejar de lado a las familias. Ellas también tienen que sentir que pueden influir en el centro. Aunque la organización que se ha planteado tradicionalmente como medio para poner en contacto a familias y docentes ha sido el AMPA, quizás vaya siendo hora de hacer un cambio. Es momento de que no solo un grupo de padres encuentre la posibilidad de participar, sino que tienen que ser todos ellos, a través de reuniones con el personal del centro, los que favorezcan el cambio y abran nuevas perspectivas a la educación desde el hogar de los alumnos.

Cuando logremos la participación de las familias, así como de los alumnos tanto dentro como fuera del aula, conseguiremos crear un centro que estará edificado por y para todos. Este es o debería ser, el fin último de la participación escolar.

Comentarios

  1. Hola Bea, te escribo este comentario para decirte que estoy totalmente de acuerdo con lo que expones en este post. La participación es muy importante para que el alumno se sienta involucrado en su propia enseñanza, porque de lo contrario solo logramos la desconexión y el posterior abandono. Los alumnos tienen que servir que están haciendo algo importante al ir a clase, y la toma de responsabilidades (como ser delegado) para afianzar ese vínculo más allá del horario lectivo también puede ser un buen incentivador. Por lo demás, las familias también son fundamentales... Parece mentira que tengamos que argumentar estas cosas que parecen de cajón, pero bueno, así van las cosas. ¡Menos mal que habrá profesoras como tú que logren cambiar la situación, devolver la ilusión a los adolescentes, es decir, dar de una vez la vuelta a la tortilla!

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    1. ¡Muchísimas gracias, Arturo! Me alegra ver que tú también estás de acuerdo con la importancia de los alumnos en el aula. Y por suerte nosotros tenemos la oportunidad de cambiar las cosas y no solo hablar desde la teoría. ¡Vamos a hacerlo bien!

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  2. Está claro que la de la participación es una problemática con muchos frentes abiertos. El foco se suele reducir siempre a la escena del alumno levantando la mano en clase, pero como tú bien dices, hay muchas formas de participar, y no todas ellas han de proceder del alumno. Creo que la creación de un entorno seguro en el que se evite que los actores -sean alumnos, familia, o incluso profesores- se sientan evaluados o criticados en su intervención es la clave para resolver este asunto. ¿Qué opinas?

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    1. Sí, por supuesto. ¿Cómo podemos esperar buenos resultados viviendo con la espada de Damocles sobre nuestra cabeza? Tenemos que poner fin a ese inevitable juicio en el que las palabras de alumnos, familia y profesores se vean en entredicho por fuerzas superiores casi místicas. El cambio es necesario, aquí y ahora.

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